Comentario
Cuando el modernismo se extinguía en España a finales del primer cuarto del siglo XX, sin haber satisfecho plenamente las grandes necesidades de la mayoría de nuestra sociedad, un grupo de arquitectos inquietos y atentos a las nuevas corrientes modernas extranjeras -investigaciones en la Bauhaus alemana, desde 1919 y hasta 1933; ideario renovador de Le Corbusier, sistema de construcción Domino (1914-1915), revista "L'Esprit Nouveau" (1920-1925), Ville Contemporaine (1922), Plan Voisin para París (1925); I Congrès International d'Architecture Moderne (CIAM), 1928, en La Sarraz, Suiza...- comienzan a preocuparse del bienestar de las masas y de una democratización de la arquitectura. El lenguaje idóneo elegido será el racionalismo -no exento de belleza, con distintas derivaciones o matices estilísticos-, por su economía de medios, por su rigurosa organización del espacio, por su asepsia higiénica, por su depuración lineal y formal, por su plasticidad resplandeciente, por su alegría de diseño, por su originalidad abstracta. Este acto de fe y confianza en el futuro -avivado también por la visita de Le Corbusier a Barcelona (mayo de 1928)- tuvo ya una primera manifestación organizada cuando Antonio Puig Gairalt y Nicolás M. Rubió Tudurí, junto con los más jóvenes Cristóbal Alzamora, Pedro Armengou, Ricardo Churruca, Francisco Fábregas, Sixto Illescas, Francisco Perales, Germán Rodríguez Arias, José Luis Sert, José Torres Clavé y otros expusieron sus obras en las Galerías Dalmau de Barcelona (abril de 1929). Los ánimos estaban inflamados y este primer latido habrá de crecer en intensidad. Sert -quien ya en 1927 adquiere "Vers une Architecture" de Le Corbusier y, trasladado a París después de titularse en 1929, llega a trabajar en el taller de este revolucionario artista suizo- forma estudio junto con Illescas en la Vía Layetana de Barcelona. Establecía así una línea de conexión con el exterior y con la nueva arquitectura, al tiempo que con arquitectos afines impulsará en 1930 la creación definitiva del GATCPAC (Grup d'Artistes i Tècnics Catalans per al Progrés de l'Arquitectura Contemporània).
Por otra parte, venía actuando desde Madrid un hombre pequeño de estatura pero grande de ánimo, el zaragozano Fernando García Mercadal, que se había titulado en 1921. Su intensa actividad le da ocasión no sólo de viajar por Europa, dando cuenta del estado de la arquitectura en nuestro país a través de la revista "Arquitectura", sino también de conocer a Behrens, Bünz, Jansen, Le Corbusier, Poelzig y Mies van der Rohe. De regreso a España en 1927, construye en Zaragoza el Rincón de Goya, pionero manifiesto real de la arquitectura moderna española. En junio de 1928, invitado por Hélène de Mandrot, asiste al referido I Congreso del CIAM (en principio, simple reunión presidida por Karl Moser, pero con planes sólidos para la renovación de la arquitectura y con representantes, además de España, de Alemania, Austria, Bélgica, Francia, Holanda, Italia y Suiza). W. Gropius expone sus ideas en conferencia dada el año 1930 en el Carlton de Bilbao. En septiembre de 1930, con motivo de una Exposición de Arquitectura y Pintura Modernas organizada por el Ateneo Guipuzcoano en el Gran Casino de San Sebastián, algunos arquitectos de toda España intercambian sus pareceres acerca de las nuevas ideas. Este caldo de cultivo, animado por las fuertes personalidades de Mercadal y Sert, da origen a una cita más comprometida y pragmática durante los días 25 y 26 de octubre de 1930 en el Gran Hotel de Zaragoza: es la fundación del GATEPAC (Grupo de Artistas y Técnicos Españoles para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea); es decir, un grupo de gran alcance (con subdivisión Norte, Centro y Este), que automáticamente se convierte a su vez en Sección española del recién creado órgano de gestión en el II CIAM (Franckfurt, 1929), el CIRPAC (Comité International pour la Résolution des Problèmes de l'Architecture Contemporaine). El vínculo con Europa, al menos teóricamente, estaba corroborado.